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🟢 Título: Jugamos con tu hermana mientras tú también juegas dentro
🔵 Subtítulo: La familia unida en la espera
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Hay momentos que se sienten como eternos pero que, en realidad, solo duran un suspiro. Ese tiempo en el que una familia espera la llegada de un nuevo bebé es uno de ellos. Como si el reloj hiciera una pausa para permitir que todo se acomode: los abrazos, los cuentos, la cuna… y también los recuerdos que aún no se han hecho foto.
La espera se vive a muchos niveles. Mamá lo siente en su cuerpo y su corazón. Papá, en lo que ya imagina con ilusión. Y, si hay una hermana mayor, como es el caso en esta foto, la llegada del bebé se vuelve un juego diario: imaginarte dentro de mamá, hablarte por la barriga, reírse mientras tú das pataditas desde dentro.
Esta es la imagen que capturamos ese día:

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Jugamos con tu hermana mientras tú también juegas dentro.
Así empezó la sesión. Sin guion, sin artificios. En casa, con la luz del salón entrando por la ventana y una pequeña que corría entre cojines mientras hablaba a la barriga de mamá. Las sesiones de fotos de barriga, especialmente cuando hay más de un peque en casa, son eso: momentos mágicos en los que todo fluye si sabes mirar despacio.
Lo más bonito de una sesión de fotografía de embarazo con hermanos es que no hay que decirles qué hacer. Ellos sienten. Se asoman a la tripa con curiosidad, a veces con un peluche en la mano, otras inventándose canciones para el bebé. Mi papel es simplemente acompañar, estar atento, y capturar esos gestos que no volverán.
No hay poses forzadas ni prisas. Hay sillones donde sentarse juntos, abrazos espontáneos, y esa complicidad única entre madre e hija, entre papá y mamá, entre todos. En este tipo de fotos de maternidad, el amor fraternal se huele en el aire. Y fotografiarlo es como guardar ese aroma para siempre en una caja.
A veces, en mitad de la sesión, la hermana mayor se pone seria y dice cosas que te desmontan: “¿Ya falta poco para que salga?”. O canta arrullos que ha aprendido “para cuando nazca el bebé.” Todo eso es parte de la historia de una sesión de fotografía de embarazo con hermanos. Y todo eso se convierte en memoria.
Me encanta preparar cada rincón con mimo, pero sin convertir la sesión en algo que no es. Porque lo que buscamos es conservar lo más real: esa conexión que ya existe antes del nacimiento, esos juegos imaginarios en los que el bebé ya está presente, y esas miradas entre padre e hija que lo dicen todo incluso sin palabras.
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Las fotos no detienen el tiempo, pero hacen que puedas volver a él.
Y un día, cuando ese bebé crezca y vea estas imágenes, sabrá que su historia familiar empezó mucho antes de nacer. Que había una hermanita que le esperaba jugando, una mamá llena de ternura y un hogar donde el amor ya le hacía espacio.
Si te apetece una sesión así, escríbeme y lo hablamos con calma. Aquí los recuerdos se construyen sin correr.
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